sábado, 26 de septiembre de 2020

La Coalición Escarlata: Madame Hazel Hayes: Regenbogen (2da parte)


Buenos dias/tardes/noches, estimados lectores. Hemos estado subiendo contenido constante a nuestras plataformas y el querido blog no podía ser la excepción. Continuamos la historia de origen de madame Hazel, quien será muy importante en los acontecimientos futuros de nuestro universo. No dejen de visitar nuestro canal de YouTube, que aunque reciente, hay contenido muy interesante y valioso para ustedes.

Madame Hazel Hayes: Regenbogen
(2da parte)

  Se encontraban cada tarde en aquel café, puntuales a la misma hora. Con las semanas, ella poco a poco fue abriendo su corazón al caballero, quien la escuchaba con atención e intentaba hacer olvidar por un instante el sufrimiento que la agobiaba cada día ante la revelación de la madame, a quien no pudo volver a ver con la misma confianza.
  Sus sentimientos fueron aflorando y entre ellos nació un profundo amor. Moira pensó que su vida comenzaría a enrumbarse para bien, pero esto estaba lejos de ser el plan que el destino tenía para ella.
  Luego de terminar sus labores diarias se guarneció como de costumbre en su habitación. Precavida y temerosa, siempre le echaba llave a la puerta con la esperanza de que esto la protegería de cualquier incidente debido a que su recamara estaba en la zona donde se hallaban los cuartos de las cortesanas.

Los gemidos, gritos y demás ruidos bochornosos solían atravesar las indolentes paredes, pero luego de años de ser el sonido ambiente, ya sus oídos estaban acostumbrados y solía dormir plácida cada noche.   De lo que no tenía idea era que madame Milenov había decidido poner en marcha su plan para hacer de su bella asistente una más de sus chicas de alquiler.
 En su ausencia recibió varias visitas de caballeros que se pronunciaban interesados en la bella joven del servicio. Sobre ella llovieron ofertas con fuertes sumas de dinero, por lo cual organizó una subasta en la que el mejor postor tendría la oportunidad de ser el primero en pasar una noche con la prístina señorita.
 Sin mucho esfuerzo, la madame consiguió una copia de la llave de la habitación. Ella y el ganador esperaron a que la chica se confiara y se durmiera despreocupada en su cama. Aprovechando el ruido, la siniestra mujer guio al caballero ganador de la deleznable subasta hasta la puerta de la doncella.

  —Está es la habitación, lord Windthorpe—susurró.
—¿Está aquí adentro?—preguntó el hombre saboreándose ansioso.
—Así es. Ella fingirá estar dormida así que trate de seguirle el juego. Espero que disfrute de su premio…—agregó la mujer con una perversa sonrisa.

  El caballero, bastante maduro y de notable alcurnia, era un cliente frecuente de los burdeles de la ciudad siendo La Esfinge su favorito. Abrió la puerta con mucho cuidado y se adentró en la habitación. Mientras avanzaba se fue despojando de su ropa y como una decrepita serpiente de deslizó entre las sabanas de la inocente damisela durmiente.
  Empezó por besar su cuello y acariciarle el cuerpo. Mientras lo hacía Moira seguía dormida. Ella pensaba que se trataba de George en una especie de sueño vívido. Fue entonces que al escuchar la rasposa voz del viejo susurrando cosas indecorosas a su oído comprendió que algo estaba mal.
 Se despertó de forma abrupta encontrándose con que se hallaba entre los brazos de un hombre desconocido que la sujetaba con fuerza mientras le arrastraba la barba por su piel. En medio de gritos y forcejeos trató de quitárselo de encima, pero era muy fuerte para su edad. Ella trataba de escapar, pero la sujetó y tiró con mucha fuerza a la cama. Allí la abofeteó repetidas veces, aturdiéndola.
Sin más batalla que contestar abusó de ella como un salvaje. Mientras sentía los dolores que le producía la brusquedad del caballero quien la cabalgó como si se tratase de un animal, su mente pensaba en la felicidad que había experimentado junto a George. Una profunda tristeza se albergó en su alma, ya que su sueño de que aquel gentil caballero al cual amó de manera profunda desde la primera vez que se encontró con su tierna mirada hubiese sido el primero en su vida se vio truncado entre aquellas cuatro paredes.
 Aquel viejo degenerado sació su lasciva sed luego de unos minutos dejando a la damisela tirada en la cama cual trapo usado. Las lágrimas no paraban de brotar de sus ojos, mientras le veía vestirse y marcharse con total indulgencia.
 Madame Milenov se paró en el marco de la puerta, donde el caballero, satisfecho a su modo por el servicio, le entregó un fajo de billetes.
 Con un cigarro en la boca contó los billetes y separó una parte que se guardó en el escote. Se introdujo en la habitación y tiró la parte que había quedado en su mano sobre la cama lloviendo sobre la destrozada muchacha como las tristes hojas de los árboles en otoño.

—Esto es lo que te corresponde por tus servicios—dijo quitando el cigarro de sus labios— ¿Vez que no es tan difícil? Mira cuanto te has ganado por unos cuantos minutos... es mucho más de lo que en tres meses lavando sábanas.

Salió de la habitación sin mayor ceremonia. Moira lloró durante toda la noche, más las lágrimas no pudieron drenar la profunda pena que sentía.
Los días pasaron y George asistió puntual cada día a la cita en el café, pero su amada no llegaba ninguna de las veces por más que la esperaba. Día tras día aguardó, preocupado. Una semana después, armado de valor decidió ir en busca de ella al burdel. Observó durante días desde una apartada esquina esperando verle salir. Un día avistó a la damisela caminando por un callejón contiguo. Cruzó la calle con rapidez y se dirigió hacia allá. Como si fuera un gato caminó sin hacer ruido y sujetó a la chica por los hombros y la volteó hacia él.

—¡Suélteme! ¡Suélteme! ¡Suélteme o gritaré!—exclamó con sobresalto forcejeando sorprendida.
—¡Moira! ¡Soy yo, George! ¡Cálmate por favor!

Al escuchar su voz ella reaccionó deteniendo su lucha.

—¿Qué pasa, Moira? Te esperé todos los días en el café y nunca llegaste.

Bajó la mirada y encogió los hombros en silencio.

—No quiero verte más, George. Con esto doy por terminada nuestra relación… ahora vete.
—¿Qué? ¿Por qué dices eso?—preguntó consternado.

Dio media vuelta e intentó irse y él la sujetó de los hombros con firmeza.

—No, Moira. No me iré de aquí hasta que me des una explicación de verdad.
—No hay nada que explicar. Ya no te quiero—dijo con frialdad apartando la mirad
—¡Estás mintiendo!—afirmó mirándole a los ojos—Moira, dime la verdad.
—¿Quieres saber la verdad?—le preguntó con mirada fría—Yo no soy digna de ti.
—No entiendo.
—¡Me violaron, George! ¡Me violaron!—exclamó sollozando— ¡Han robado mi inocencia! ¡Ahora he de ser una prostituta porque ya no me queda nada!
—¡Eso no es cierto! ¡Aún me tienes a mí!—contestó con firmeza.
—¿Cómo podrías quererme así? No es justo. Tú te mereces una chica buena, inocente. No la hija de una p…
—¡Cállate! ¡No te atrevas a hablar así de ti misma, menos de tu madre!—increpó—Ella dio su vida por ti. Además, el único que debería pensar en que me merezco soy yo y eso eres tú.

Levantó el rostro de ella con suavidad dejándole ver sus tristes ojos hinchados de tanto llorar.

—No me importa lo que haya pasado—agregó—.Yo te amo y por eso he de contarte la verdad. Ven, vayamos a otro lugar.

Juntos caminaron por el callejón y salieron a una calle contigua dirigiéndose a un parque. Allí, en medio del bosque se sentaron bajo la copa de un frondoso árbol.

—He meditado mucho decirte esto porque no sé cómo lo vayas a tomar, pero creo que ahora es el momento indicado para decírtelo. Al saberlo podrás escuchar el plan que tengo para solventar tu situación.

Ella le observaba y escuchaba con atención en silencio.

—George Benson Cadwell no es mi nombre real. Tampoco me dedico a vender papel ni artículos de oficina. En realidad, me llamo Dietritch von Hammerstein. Soy un espía del reino de Prusia. Estoy aquí en una misión secreta que por razones obvias no puedo revelarte.

Ella observó al cielo por unos minutos en completo silencio. Luego le miró a los ojos con el ceño fruncido y una ironía que decía sin palabras que ya nada podía ser peor.

—Yo sabía que algo raro había en tu acento… ¿Vendedor de papel y artículos de oficina? ¿No se te pudo ocurrir una mejor profesión?
—Estoy desconcertado—dijo rascándose la cabeza—.Yo esperaba que me dijeras algo así como mentiroso…
—¡No cantes victoria tan rápido!—exclamó—Eres un mentiroso. Esto es justo lo que me faltaba… a ver, como te llames ¿Qué soy en tu vida? ¿Me estás utilizando para acercarte a alguien o para completar tu misión?—preguntó con indignación.
—¡No! Que tú y yo nos conociéramos no tenía nada que ver con mi misión. Yo solo caminaba por ahí cuando te vi lanzarte corriendo hacia la calle. No podía dejarte morir así y menos mal que no lo hice, porque eres el amor de mi vida.
—Y tú eres el mío—dijo ella suspirando—. No sabes cuánto me duele no haber sido tuya en mi primera vez. En lugar de eso solo serví para saciar las ganas de un viejo sucio y desgraciado… ¡Todo por culpa de esa maldita vieja!—increpó estrujando su falda entre sus dedos.
—Tranquila. Vamos a vengarnos de esa vieja zorra— dijo con determinación.
—¿Qué tienes en mente?

Sacó de su bolsillo un anillo. Este lucía como uno cualquiera, bastante barato y poco llamativo.

—¿Ves este anillo? Se ve muy corriente, ¿verdad?
—Bastante corriente—comentó mirándole por encima.
—Debajo de la piedra hay una pastilla de cianuro. Nos los dan para que en caso de ser capturados nos suicidemos y así no revelemos para quien trabajamos. Cuando nos conocimos, tú me contaste que cocinas para ella. Es simple, ponlo en su comida. Morirá en unos segundos y nadie sospechará lo que pasó.

Ella miraba hacia el cielo. Entonces por su mente cruzó una idea inesperada.

—Con matarla no bastará—murmuró.
—¿Qué quieres decir con eso?
—No quiero asesinarla y ya. Si lo hago, otra ocupará su lugar y ese sitio seguirá siendo la misma miseria.
—¿Qué tienes en mente?—preguntó intrigado.
—Lo quiero todo—afirmó—. Quiero quedarme con La Esfinge. Quiero ser la dueña legal de ese lugar. Si es verdad que eres un espía, sé que tú eres el más indicado para ayudarme.
—Muy bien, te diré lo que harás— dijo con una sonrisa.

Como si fuese un locutor de radio dictando un programa de cocina, Moira le escuchó en su mente mientas seguía paso a paso cada punto que le explicó.

—“Aprovecha el momento de la limpieza y hurga entre los documentos de la oficina de la madame. Halla el título de propiedad del burdel. Consigue también la firma de ella y un documento escrito a mano. Ocúltalos y tráemelos”.

 Puntual en la cita entregó los documentos a su amado. Él era experto, entre varias cosas; en grafología. Usando sus habilidades logró copiar a la perfección a partir de estos un poder que le permitiría hacerse con el local a modo de herencia en caso tal de que la vieja falleciera de forma repentina.

—Listo—dijo devolviéndole los documentos—. Debes volver a ponerlos en el despacho para que así los abogados los encuentren y dictaminen su autenticidad por el hecho de que estaban ahí. Por mi parte yo despacharé a todo aquel que pueda representar un estorbo para nuestro plan.
—Esto me da mucho miedo, Dietrich—comentó con voz temblorosa.
—Ya todo está listo. No tienes nada que temer… ya es hora de llevarle la cena a tu jefa—agregó mirando su reloj de pulso.

 Esta vez preparó el platillo favorito de la madame, el Borcht. Este plato consistía en una sopa de verduras que incluía raíces de remolacha, que le daban su toque rojizo característico. Mientras se cocinaba el platillo recordaba las indicaciones para esta parte del plan.

—“Recuerda. Debes buscar la manera de que ingiera el veneno al momento. No se lo eches en la comida y ya, porque morirá al instante echando espuma por la boca, convulsionando y se podrá levantar sospechas. Debe parecer que murió de forma natural”.

Fue entonces que recordó el viejo hábito de la madame: el salero. A pesar de que siempre la comida tenía un buen punto de sal, ella acostumbraba echarle un poco más, por tanto, siempre tenía un salero a la mano. Molió la venenosa pastilla con cuidado, mezclando el polvo con la sal. Mientras caminaba por el pasillo trataba de mantenerse en calma, pero esto le resultaba difícil. Estaba aterrada. No podía creer que estaba haciendo esto, aunque estuviera convencida de que la vieja puta se lo merecía. Luchaba contra los nervios y la ansiedad intentando seguir con el plan.

—Ya he llegado hasta aquí. No puedo echarme para atrás—susurró.
—¡Moira! ¡Cuando vas a traer mi comida! ¡Muévete niña!—increpó con impaciencia.
—Ya voy, madame… maldita vieja…—murmuró entre dientes.
—¿Qué dijiste?
—Que espero que le guste la comida.
—¿Trajiste mi salero?
—Por supuesto, madame. Está justo frente al plato.
—¿Dónde?

 En su nerviosismo lo había colocado por error en el lado ciego de la matrona. En un movimiento brusco derramó la sal sobre la mesa. Moira vio con tristeza como se escapaba el plan. Como es la vieja costumbre, la madame tomó un poco entre sus dedos y la lanzó sobre su hombro izquierdo. Hecho el ritual, comenzó a comer. Luego de tres cucharadas, sintió que le hacía falta algo. Teniendo los dedos aun salpicados de sal, los metió en la sopa y luego se los llevó a la boca. Siguió comiendo y saboreando el platillo hasta que acabó con el contenido del mismo.

 Al sumergir por última vez la cuchara en el plato, la infame anciana se desplomó como si fuera de trapo quedando con la cara metida en el plato ante la sorpresa de la moza, quien no daba crédito y no podía entender lo que había sucedido. Se acercó y le tocó el cuello, notando que no tenía pulso y que tampoco seguía respirando. Por más increíble que pareciera el plan había funcionado.
Cuando derramó la sal sumergió sus dedos en el área donde había más veneno, ya que en su nerviosismo lo colocó puro en el fondo del salero. Al derramarlo, esa parte quedó en la superficie que la mujer tomó, lanzó sobre su hombro y luego sumergió en la sopa.
Los doctores llegaron al lugar, dictaminando que madame Milenov murió de un paro cardio respiratorio. Como se trataba de una mujer sin familia ni descendientes conocidos, se buscó entonces quien sería la propietaria designada del antro, hallando en el despacho el poder que decía, a puño y letra, que Moira Sinead Hayes, la asistente de la matrona; era la heredera y nueva propietaria.

 Algunos meses después, acostados en la gran cama que alguna vez perteneció a la madame, Moira y Dietritch comentaban recordando el éxito del plan.

—Pensé que fallaría. Estaba muy asustada—dijo suspirando.
—Me imagino. Mi primera vez no fue fácil tampoco. Mucho menos la segunda, la tercera ni la cuarta.
—¿Has matado mucha gente?—preguntó mirándole al rostro.
—Tantos que he perdido la cuenta—contestó con desgano.

 Dietritch se levantó de la cama y procedió a vestirse mientras ella acurrucó su tierna desnudez entre las sabanas.

—Ya tienes que irte—afirmó con tristeza.
—Así es, mi amor. Tengo una misión en…
—Un lugar que no puedes decirme porque es secreto, lo sé—interrumpió—¿Vas a volver?
—Volveré, pero no me iré del todo. Mi alma y mi corazón siempre estarán contigo. Por cierto, ya que eres la nueva dueña de este lugar; ¿Cómo vas a llamarte?
—¿Llamarme? Como siempre, Moira Sinead Hayes—respondió con una sonrisa inocente.
—No, mi amor—afirmó con los brazos cruzados luego de ponerse los pantalones—.Si vas a ser la dueña de este lugar, necesitarás un nombre de pila.

La observó a los ojos por unos segundos en silencio mientras acariciaba su barbilla.

Nunca te lo había dicho, pero amo el color de tus ojos… ¡Ahí esta!—exclamó extendiendo los brazos—Qué te parece, madame Hazel.

—¡Me encanta!—exclamó llevándose la mano derecha a la barbilla—Así me llamaré entonces. Madame Hazel.

 Aquella fría mañana de invierno Dietritch partió hacia Moldavia. Un mes después de estar en misión fue capturado por contrarios rusos y llevado a Sevastopol donde fue juzgado, condenado y enviado a la fría Siberia, en donde se esperaba no volverse a saber de él.
 Moira Sinead Hayes, ahora convertida en madame Hazel; le esperó, aguardando en sus pardos ojos la esperanza de verle entrar alguna mañana por la puerta de su habitación. Aquella dulce esperanza jamás murió, ignorante del destino que tuvo su amado en las frías estepas del este. Con la esperanza de encontrarle con vida se puso en contacto con viejos amigos de Dietritch.
 Mientras esperaba algún informe de su paradero empezó sirviendo de contacto para numerosas redes de espionaje europeas.
 Dada su experiencia de vida en su nueva propiedad comenzó a recoger chicas de la calle dándoles albergue y trabajo como bailarinas, acompañantes y cortesanas, esto último solo si las chicas así lo deseaban. Las entrenó con la ayuda de los amigos de su amado, convirtiéndolas en eficientes y seductoras espías cuyos nombres reales eran disfrazados bajo seudónimos de colores, capaces de sacar toda la información necesaria y esta vendida al mejor postor.
 La Esfinge se convirtió en un lujoso, costoso y exclusivo club de entretenimiento nocturno, donde la fantasía y el burlesque eran la vida de cada noche en aquella fría ciudad bajo cuyas luces, champaña y canciones operaba la más letal y eficiente red de espionaje del mundo: Regenbogen. Solía recordar con ternura una de las tantas citas que tuvo con su amado Dietritch mientras planeaban el asesinato de la madame. Uno de esos días había comenzado a llover con fuerza y el pertinaz temporal los había atrapado en una parada del tren.

—¿Cuantos idiomas hablas?—preguntó con curiosidad.
—Varios, pero mi favorito sigue siendo el de mi tierra, el alemán—afirmó con una sonrisa.
—Dime algo en alemán entonces.
—Está bien. Ahí te va: “Deine Augen sehen ist wie sehen den Himmel nach einem Regenschauer, sind immer voller Farbe, wie ein Regenbogen.”
—¿Qué significa eso?—preguntó desconcertada.
—Te lo dejaré de tarea—contestó sonriendo.
—¡No! Dietrich!—exclamó sujetándolo con fuerza de un brazo—¡Dime qué fue lo que me dijiste!
—Jajajaja ¡No te lo diré!

Sus pardos ojos se aguaban cada vez que recordaba ese momento y una tierna sonrisa se posaba en sus labios.
—Regenbogen…die nie vergessen—susurró. 

Continuará...

domingo, 23 de agosto de 2020

Coalición Escarlata: Madame Hazel Hayes (1ra parte)

 


Buenos dias/tardes/noches, estimados lectores. Luego de nuestras anteriores entradas, en donde explicamos el sistema y funcionamiento de nuestro universo, tenemos el gusto de presentarles el inicio de una nueva historia, en donde experimentaremos con una de las ramas incomprendidas del Steampunk: el Steamgoth. Siendo de tono más oscuro que su raiz, no teme tocar temas sobrenaturales y fantasiosos, algo alejados de la ciencia ficción como tal. En nuestro caso hemos generado una premisa en que la ciencia puede generar lo sobrenatural, lo cual se trató de forma breve en Acero: incidente en el istmo y entraremos más en detalles en esta serie de relatos, para lo cual abriremos con la siguiente historia. Sin mas que decir, esperamos sea de su completo agrado...


La Coalición Escarlata: Madame Hazel Hayes


Madame Hazel Hayes nació bajo el nombre de Moira Sinead Hayes en el condado de Monahan, provincia de Ulster, Irlanda; a principios de la tercera década del siglo XIX. Fue hija de John Hayes, explorador y aventurero y de lady Catherine Hayes, una reconocida cantante de ópera. Sus primeros años de vida como hija única fueron de completa felicidad en el seno de esta familia de clase alta, la cual poseía una notable fortuna que les mantenía en un buen estatus social y financiero dentro de la ajetreada aristocracia británica.

El Sr Hayes solía ausentarse largas temporadas de casa realizando viajes hacia apartadas regiones de Suramérica, entre ellas el Perú y la amazonia. Como criptozoólogo, vivía obsesionado con la idea de encontrar a los misteriosos animales que habitaban en las leyendas y los libros que con tanta pasión leía desde que era un muchacho. Había correteado por los Himalayas en busca del Yeti y esculcado cada región del pacífico norte en busca de Sasquatch, Pero el ser misterioso que sin duda le cautivó por completo fue el Chupacabras.

Los relatos de sus masivas masacres de cabras, vacas y gallinas y otras aves de corral infestaban desde las Antillas hasta el sur, siendo el principal foco la selva de la amazonia, donde la matanza indiscriminada de aves de corral tenía aterrada a la población y por su relativa frecuencia, hacía de esta zona el teatro de operaciones perfecto para su búsqueda.

Zarpó desde Belfast a bordo del Anna Victoria, un lujoso dirigible de pasajeros que cruzaba el atlántico como ruta, siendo de forma insospechada; la última vez que sería visto con vida por su esposa e hija. Las cartas de John llegaban puntuales todas las semanas en un paquete que hablaba de sus experiencias día tras día. A mano alzada les contaba sobre los aborígenes y las largas travesías que realizaban en canoa a través de los afluentes del colosal rio amazonas. Con cada aldea que visitaba sentía como si viajara hacia atrás en el tiempo al ver la forma primitiva y a su concepto, poco civilizada en la que vivían estas personas. Dos meses exactos de cartas llegaron a casa, hasta que un día; el cargamento acostumbrado no llegó.

—Lo siento, lady Hayes. No tenemos cartas para esta semana—dijo con pesar el encargado.
—Qué extraño. Siempre llegan puntuales cada jueves.
—Ha de ser que hubo retrasos—comentó el hombre en tono consolador—. El clima del atlántico esta algo revuelto por la temporada de huracanes. A lo mejor las cartas están por llegar.

En los días siguientes, lady Hayes visitó de manera religiosa la oficina de correos con la esperanza de volver a recibir noticias sobre su esposo. No volvió a recibir una sola misiva. Un año después Leigh Mallory, fiel compañero de expedición de John; tocó a la puerta de los Hayes. Al escuchar su voz la esperanza le volvió al cuerpo. Esperaba con ansias recibir algún indicio del paradero de su esposo.

Demacrado, trastornado y con visibles secuelas de una severa enfermedad, el caballero le contó a la dama acerca de lo sucedido en el viaje junto a su esposo.

—Nos adentramos en la selva amazónica. Viajamos por rio durante días solo viendo selva y más selva a nuestro alrededor cada hora. Navegamos por caudales tranquilos y llanos, luego por violentas y rápidas corrientes. Un día comenzó a llover y no paró durante semanas, inundándolo todo. Estábamos sobrellevando la situación, hasta que una noche desperté y me hallé solo en la selva. Todos los demás habían desaparecido.

—¿Pero qué paso con John?—preguntó desconcertada—Él me contaba en sus cartas el progreso de su investigación. Lo último que leí era que estaban muy cerca de resolver el misterio.

—Así es, pero la selva… se lo tragó—dijo el caballero bajando la cabeza—.Aquella noche fue horrible, llena de ruidos y con la sensación de que algo sobrenatural nos estaba rodeando. Luego de ahí uno a uno fue desapareciendo y solo quedé yo. Viví con los salvajes durante meses hasta que gracias a unos exploradores holandeses pude volver a la civilización. Esto es lo único que pude salvar de él—afirmó entregando a la dama un paquete de cartas y un libro con forro de cuero, algo deteriorados por la humedad.

Luego de esta reunión Leigh viviría un par de semanas más, hasta que un masivo y fulminante colapso acabara con su vida mientras cenaba con su esposa e hijos.

En las cartas John relataba sus hallazgos y lo emocionado que se sentía por cómo iba la expedición.

—“Hemos perdido muchas cosas y las condiciones climáticas han causado estragos en nosotros. Padecemos de enfermedades tropicales muy agresivas, mientras la lluvia no cesa. Es como si el cielo se estuviera cayendo a pedazos sobre nuestras cabezas. A pesar de todos los inconvenientes, no nos rendiremos. Siento que estamos muy cerca de dar con aquella bestia. Me atrevo a decir que ella también sabe que estamos buscándola y por eso nos esquiva, sé que nos observa desde la jungla…”

El libro de cuero era un hibrido de bestiario y herbario. El herbario, cuya primera parte llegaba hasta la mitad exacta, contenía en sus páginas numerosos y detallados informes sobre curiosas flores y plantas, adornados con precisas ilustraciones de ellas. La segunda mitad, en cambio: poseía espeluznantes y detallados dibujos sobre criaturas y extraños insectos de la selva. Ocupando la mayor parte de las páginas estaban las ilustraciones de aquel extraño ser del que hablaba con tanta euforia en sus cartas.

Los nativos y los dueños de las aves siniestradas aducían haberle visto y a pesar del terror que les producía recordar, le describieron su apariencia con detalles. Decían que era como la mezcla de un perro y una pantera, de grotescas garras y patas con ojos saltones de un rojo encendido como las brasas. Caminaba en dos patas y se movía por los árboles con la habilidad de un primate.

Sus hábitos alimenticios eran viciosos, pero a la vez muy meticulosos. Los animales estaban intactos, sin rasguños o signos de violencia; a excepción de dos agujeros en el área del cuello y la total ausencia de sangre. Se decía que sus víctimas estaban tan bien conservadas porque la bestia las hipnotizaba con su profunda mirada. Los cuerpos estaban secos, drenados de tal forma que ni el más minúsculo vaso sanguíneo tenía pisca alguna de sangre. A pesar de su grotesca apariencia tal monstruo tenía la precisión del más hábil de los cirujanos.

Viuda y huérfana de padre, lady Catherine Hayes y Moira, quien crecía a pasos agigantados y ahora siendo una señorita trataron continuar viviendo sus vidas con normalidad. Años después la gran hambruna irlandesa cayó sobre el pueblo. La ineficiente política económica del Reino Unido y los métodos inadecuados de cultivo detonaron la aparición de un hongo que acabó con las hortalizas, privando de manera tajante de alimentos a la población.

El pueblo sufrió la escasez y por consiguiente una falta de dinero tan grave que no les permitía pagar impuestos y conservar sus tierras desembocando en una masiva migración hacia otros países y continentes. En el caso de los nobles, la crisis económica golpeó con furia sus arcas convirtiéndoles en pobres de la noche a la mañana.

En vista de tal situación, luego de vender la casa y las tierras, madre e hija se mudaron al condado Surrey al suroeste de Inglaterra en busca de una mejor vida para ambas y huyendo de la acechadora pobreza.

Lady Catherine continúo cantando por unos años más, hasta que un inclemente brote de tuberculosis hizo aparición siendo ella una de las víctimas. En contra de todas las posibilidades sobrevivió, pero con severas secuelas. La enfermedad fue tan inflexible que le hizo perder las habilidades vocales a tal grado que apenas podía articular palabra, por consiguiente y con todo el dolor del alma tuvo que dejar su brillante carrera. Deprimida, frustrada y muy resentida con su suerte, ambas sobrevivieron de la lánguida fortuna que poseían hasta que ya no les alcanzó ni para mantener un techo sobre sus cabezas.

Intentó conseguir trabajo con insistencia, más la rígida crisis la alejaba de cualquier puesto digno de su alcurnia. Olvidada y desolada, no le quedó de otra que aceptar la propuesta de una madura y maliciosa cortesana de origen ruso y un solo ojo llamada madame Milenov.

—Has tomado la mejor elección, Catherine—dijo la anciana con satisfacción.
—Pero necesitaré un nombre—agregó ella con visible vergüenza—. No quiero utilizar el mío.
—No hay problema. Aquí las chicas tienen nombre de colores… te llamarás Rouge.

Esta le había oído cantar incontables ocasiones siendo una de sus mayores fanáticas. Al verle aún juvenil, con tan buen cuerpo y en tan malas condiciones económicas, pensó que sería una excelente adquisición para su club de entretenimiento para caballeros llamado La Esfinge.

Moira seguiría creciendo entre cálidas luces y vestidos sórdidos y vulgares. Catherine, Ahora Rouge; solía dejarla en el camerino al cuidado de alguna de las chicas fuera de turno, pero esta sabia escaparse de la vigilancia.

Vio incontables veces a su madre bailar para luego salir del salón principal y caminar de la mano de incontables caballeros, aristócratas y gentiles, quienes mostraban su lado sucio y vicioso entre las sabanas de la habitación en medio del humo de cigarrillos y alcohol.

Durante años trabajó duro mancillando su cuerpo sobre incontables hombres con la esperanza de recoger el suficiente dinero para poder comenzar una nueva vida y sacar de ese ambiente a su pequeña. Por desgracia, este camino iba directo hacia un callejón sin salida.

Al empezar su vida como cortesana tuvo la mala suerte de contraer una enfermedad venérea, que como asesino silencioso fue socavando su cuerpo de manera progresiva hasta que ya fue demasiado tarde. Cuando tuvo consciencia de lo que estaba sucediendo cayó enferma. Preocupada más por Moira que por ella misma, buscó asegurar el destino de su hija al verse postrada en la cama de su cuarto.

—Madame… estoy muy enferma y consciente de que esto va a matarme. Necesito estar segura de que mi hija estará bien—dijo adolorida.
—No te preocupes Rouge, yo voy a encargarme de ella—aseguró.
—Todos mis ahorros están en esa gaveta—susurró señalando a un lado de su cama con la mano temblorosa—. Úselos para que ella tenga una vida digna lejos de todo esto.
—Ella vivirá bien bajo mi protección hasta que pueda valerse por sí misma, te lo prometo.

Mientras calmaba la ansiedad de la menguada dama, posó su único ojo sobre la pequeña, quien para entonces tenía quince años. El último aliento de lady Catherine se escapó mientras sostenía la mano de su única hija, cuyos pardos ojos se inundaron de lágrimas acompañados de gritos y lamentos. A pesar del dolor que la embargaba, la infanta tuvo un acto valiente hacia su madre.

—Madame—dijo con firmeza.
—¿Qué quieres, chiquilla?—preguntó con desgano.
—Quiero darle un entierro digno a mi madre. Quiero que sea sepultada como se merece.
—Lo siento, chiquilla, no tengo dinero para eso—respondió de manera cortante.
—Yo si tengo—afirmó.
—¿Ah sí? ¿Dónde?
—Mi mamá habló de sus ahorros. Úselos para su sepelio.
—Pero te quedarás sin dinero. Usa la cabeza, niña, ahorró eso para ti.
—No me importa—afirmó mirándola—.Si hace falta dinero yo trabajaré para conseguirlo.
—Estás muy pequeña para esto, no me servirías para nada.
—Yo me refería a trabajar como muchacha de servicio—agregó con el ceño fruncido—. Sé lavar, tender camas, coser y reparar vestidos.
—Está bien, aceptaré tu oferta. Vamos a darle un entierro digno a tu madre.

Una oscura y lluviosa mañana de abril, lady Catherine Hayes tuvo su digno entierro. Usando el dinero que con tanto esfuerzo recaudó trasladaron el cuerpo a su natal Irlanda, donde le dieron sepultura digna y con los requerimientos de una dama noble sin dejar a sospecha cual fue su quehacer durante los últimos años de su vida.

Sus compañeras de oficio lloraron junto a la pequeña la perdida de Rouge, mientras la madame con su frio e insufrible carácter, maquinaba el destino del pequeño retoño de los desaparecidos Hayes.

—En tres años serás mía… solo tres años más—murmuró con malicia.

Moira comenzó a trabajar como dama de servicio a cambio de techo y comida, adicional a unas cuantas libras esterlinas que iba juntando con las pocas que quedaron de la dote que le dejó su madre. Durante los siguientes años lavó sabanas, cosió vestidos, y sacó el olor y las manchas de whiskey y tabaco de las alfombras y sobrecamas además de curar las heridas de las cortesanas, quienes a veces resultaban lastimadas por los caballeros que las frecuentaban.

Su dedicación le ganó el puesto de asistente de madame Milenov, convirtiéndose en su mano derecha. Dicho título le confirió el deber de ser quien cocinaba sus alimentos, ya que la ex cortesana solía ser especial y desconfiada cuando se trataba de cosas para ella exigiendo una alta calidad en la cocina y platillos rusos bien hechos.

Moira se fue convirtiendo en una muy atractiva señorita, de busto generoso, caderas anchas, cintura angosta y una cara muy bella coronada por un par de bellos ojos pardos y enmarcados en una aurea cabellera. Consciente del peligro que esto le acarreaba intentó ocultar sus dotes físicas utilizando largos y holgados vestidos, adicional a que jamás usaba maquillaje alguno y evitaba llevar el cabello de alguna manera que llamara la atención.

Con esto conseguió evitar el interés de los caballeros que frecuentaban el antro, mas no logró escapar del ojo escudriñador de la matrona.

Mientras servía la cena de su jefa en la majestuosa suite que habitaba, esta decidió hacerle la propuesta a la damisela con su marcado acento del este.

—Moira.
—Sí, ¿Madame Milenov?—preguntó con su habitual cortesía.
—¿No te gustaría ganar más dinero?
—Sí. ¿Por qué lo dice?
—Porque yo podría ofrecerte la oportunidad de ganar muchísimo—respondió en un tono descarado—.Tienes un cuerpo muy bien desarrollado y tu rostro es hermoso. Sé que enloquecerías a los hombres con tu belleza.

Una lluvia de recuerdos de su madre cayó sobre su mente de aquellas noches donde la vio sobre todos esos hombres hasta su último aliento sobre aquella cama.

—No me interesa. Con lo que gano estoy bien—contestó cortante con el ceño fruncido.
—¿Estás segura? ¿Cómo puedes decirle “ganar bien” a esos cuantos centavos que te doy?—ripostó la dama con ironía.
—¡Muy segura!—exclamó la joven—¡Prefiero ganar unos cuantos centavos a ganar mucho dinero y acabar como....!
—Como tu madre…—susurró mirándola con ironía.

Sus ojos se nublaron y una gruesa corriente de lágrimas se escurrió por sus rosadas mejillas, mientras un severo sentimiento de impotencia y furia se plantó en su alma. Sin decir palabra alguna, salió corriendo con todo lo que daban sus piernas de la habitación.

Con el carácter quebrado, la muchacha corrió por los pasillos del burdel. Por primera vez en tantos años sentía el deseo de solo huir, escapar lejos de aquel lugar. Veía como si fuese una película el sufrimiento de su madre, las cartas de su padre y la última vez que lo vio.

Cruzó como un rayo las puertas del lugar en dirección a la calle. Sin saberlo, se detuvo en medio de la vía. Cuando recuperó la noción de lo que hacía, vio a un carruaje dirigiéndose a toda velocidad hacia ella. Sintió como era halada hacia un lado, deteniéndose justo en la acera. Al abrir los ojos se halló ante unos luminosos ojos azules. Al cruzar la mirada con ellos sintió una conexión increíble.

—¿Se encuentra bien, señorita?—preguntó el joven con sobresalto.

Se hallaba segura entre los brazos de un caballero sobre la acera. Al verse en esa comprometedora situación se levantó de un salto, sacudiendo su vestido. El caballero se levantó sin perder la elegancia acomodando su gabardina y sombrero.

—¿Está usted bien, señor?—preguntó con disimulo.
—Muy bien, señorita.
—Gracias por salvar mi vida—agregó con humildad.
—Permítame presentarme. Mi nombre es George Benson Cadwell—dijo acomodándose el sombrero.
—Mucho gusto, caballero. Mi nombre es Moira Sinead Hayes ¿Cómo podría pagar el hecho de que usted salvara mi vida?
—Podría hacerlo aceptándome una invitación a tomar el té—comentó con gentileza—. Ya es hora.
—Con todo gusto acepto su invitación—respondió halagada.

Él era un hombre alto, de rojo cabello corto y una sonrisa gentil. Sentados en una mesa en la terraza del local iniciaron una agradable y despreocupada conversación.

—¿A qué se dedica usted, mi héroe?—preguntó ella con picardía.
—Soy vendedor de papel y otros artículos de oficina. ¿Y usted, señorita?
—Yo… trabajo en La Esfinge—respondió avergonzada.
—No sé cómo preguntar esto, pero lo haré de la manera que me salga ¿Es…?
—¡No!—exclamó con sobresalto—¡Yo soy la empleada del servicio! Mantengo el lugar limpio, cocino y coso vestidos. Sólo eso.
—Tranquila. Ni un solo segundo estuve convencido que fuese una… eso me hace sentir mucho alivio—agregó sonriente.
—Cielos, ¡Ya se me ha hecho tarde! ¡Debo volver!—exclamó levantándose de la silla.
—Espera, ¿Puedo volver a verte?
—¡Por supuesto! Digo, por supuesto…encontrémonos aquí, por las tardes a la hora del té.
—¡Así será!—exclamó con una sonrisa.

Continuará...

martes, 28 de julio de 2020

Universo Steampunk 2011-507: Situación y organizaciones.

Buenos días/tardes/noches, estimados lectores. Ya consolidados en una verdadera unidad gracias a la reunión de nuestros fundadores originales, José Miguel Andrade y Thais Martínez, quienes han decidido poner la casa en orden y mostrar, gracias a la habilidad para la escritura del primero mencionado, cómo funciona el universo que crearon juntos por el ya lejano año de 2011.
En la serie de entradas anteriores les mostramos breves biografias de personajes según la novela y una linea de tiempo respectiva, la cual va entre 1879 a 1885. Ahora les presentaremos un listado de organizaciones y su respectivo contexto para las categorías en las que se clasifican cada uno de los personajes. Esperamos sea de su completo agrado y de ser posible, utilidad. 


UNIVERSO STEAMPUNK 2011-507


Como un proyecto del Steampunk Squadron 507, está conformado por personajes surgidos del universo creado a partir del relato del Duque Pirata y subsecuentes de Acero: el incidente del istmo, acontecidas durante los años 1879 y 1885. De distintos orígenes y nacionalidades, los personajes se dividen dentro de las siguientes categorías:

- Piratas Aéreos.
- Espías/Militares.
- Logias.
- Alquimistas.
- Navieras.
- Mercenarios/Asesinos.

 Aparición en la trama por compañías:

Piratas Aéreos:
- Tripulación Reina Alicia.
- Tripulación Madhestor

Espías/Militares:
- Regenbogen (Multinacional)
- La Real Agencia (Imperio Británico)
- Pinkerton (Estados Unionistas de América)
- Ojranka (Rusia Imperial)

Logias:
-  Logia de mecánicos.
-  Facción industrialista.

Alquimistas

Navieras: 
 - Naviera Labarca. 
-  White Star Lane.

  
SITUACIÓN

 En nuestra ucronía o universo hay sucesos que han marcado el panorama mundial cambiando el mapa político y físico de ciertas regiones. El reino unido es la cuna de la revolución industrial y una potencia militar con gran número de colonias en varias partes del mundo. La tercera república francesa continúa teniendo sus colonias al igual que el imperio alemán ante el dominio de rusia zarista y el imperio turco otomano.
En América, los Estados Unidos quedaron divididos en dos países luego de la guerra civil por una zona desmilitarizada. Los estados confederados cuentan con el apoyo del imperio alemán, a parte de la simpatía de los franceses dada su presencia en Luisiana y los españoles por la Florida.
 Los británicos tienen una presencia fuerte en Cuba, adicional a sus colonias en las Antillas y Honduras Británica.
En América central y el sur las independencias de la corona española generaron repúblicas y en el caso particular de Panamá, una zona de libre comercio con simpatía británica desde su independencia en 1841 de la Nueva Granada. Los unionistas construyeron el ferrocarril, los franceses el canal y la ciudad de Panamá es un gran complejo amurallado modernizado con sistemas de alcantarillados, luces de gas y una gran puerta controlada por sofisticados mecanismos de poleas y pistones impulsados por vapor que conectan durante el día la ciudad interna con el arrabal, como es conocido el área donde vive la clase pobre en las afueras y que representa la expansión de la ciudad. El ferrocarril es la conexión entre la ciudad amurallada y Colón, ciudad que es el puerto marítimo más importante y grande del sector atlántico.        

Piratas Aéreos:

Son compañías de forajidos de distintas nacionalidades que surcan los cielos del globo en busca de naves comerciales y de pasajeros para robar desde dinero hasta mercancía sin importar si deben matar para conseguir su objetivo. A diferencia de los piratas de siglos anteriores al XIX, no poseen patente de corso por lo que no trabajan para ningún gobierno. Sus escondites conocidos son la isla dragón en el mar de China, la bahía de los piratas en Hong Kong y la isla tortuga en el Caribe. Algunos suelen formar parte de clanes que obedecen a jerarquías como reyes de isla. Sus naves suelen ser ejemplos de tecnología avanzada, en su mayoría comprada en el mercado negro y de orígenes alemanes o americanos. La tripulación puede estar conformada por solo mujeres u hombres y en ocasiones en formas mixtas.

Espías/Militares:

Los reinos europeos dados sus antiguos conflictos tienen agencias de espionaje e investigación que se encargan de mantener al tanto a sus respectivas armadas de los avances armamentísticos de las potencias contrarias. La “Real Agencia” es un ejemplo de espías militares que trabajan para un gobierno, el cual es el imperio británico. Existen también agencias privadas sin afiliación gubernamental. “Regenbogen” es una red de espionaje fundada en por madame Hazel Hayes y conformada por mujeres nominadas por colores bajo una cubierta de bailarinas, cantantes y acompañantes, cuya base principal es el club de caballeros “La Esfinge”. En el caso de los “Pinkertons”, se trata de una agencia privada al servicio del gobierno de los Estados Unionistas de América. La Ojranka, por su parte, es el cuerpo de policía secreto de la Rusia Zarista.

Logias:

La logia de los mecánicos es una organización de tipo masónico fundada en la edad media, cuya premisa es promover el progreso de la humanidad a través del libre desarrollo tecnológico. Iniciada por los descendientes de los discípulos de Arquímedes de Siracusa, sus miembros suelen ser aristócratas y nobles con estudios o conocimientos en diversas ramas de las ciencias tales como la hidráulica, metalurgia, aeronáutica, matemáticas, física, química. Organizada por senescales, ingenieros y su gran maestre, entre sus filas suelen haber integrantes conocidos como “genios”, debido a que poseen un poder innato para comprender y manejar maquinarias a primera vista y sin haber estudiado de forma previa sus mecanismos. Los “industrialistas” son una facción radical de la logia en donde figura el ingeniero Vincenzo D’ Annunzio y Wilhelm Von Herzeleid, cuyo objetivo es utilizar los conocimientos científicos para ganar fortunas al vender armas a los imperios no sin antes armar conflictos entre potencias que puedan desencadenar una guerra de índole mundial.

 Alquimistas:

A pesar del creciente desarrollo tecnológico acaecido con la llegada de la revolución industrial, la guerra civil americana y la construcción del canal francés en Panamá, el ocultismo tiene una notable vigencia y aceptación entre el público general. Partiendo de esta premisa existen los científicos que se especializan en la práctica del antiguo y sagrado arte de la alquimia. Siendo la potencia del vapor condicionada por la temperatura de las calderas, muchos científicos se han volcado a la búsqueda de materiales que sean capaces de suplantar al carbón y que puedan mantener las altas y constantes temperaturas para así mantener la potencia de forma indefinida. En su búsqueda han hallado puertas a otras dimensiones y al mundo espiritual, del cual han podido aprender la transmutación y la transferencia de energías de manera remota, además del contacto con espíritus. Aunque cuentan con la aceptación popular, son perseguidos por otros científicos y catedráticos que los tildan de charlatanes.
 Madame Zinerva Della Arancia es una ingeniera mecánica y química practicante de la alquimia y el espiritismo, que luego de ayudar al duque Bastian de Labarca en su empresa para recuperar el Reina Alicia se estableció en Panamá bajo la fachada de una posada para tener un enclave en este puerto de libre comercio para apoyar la lucha de forma paralela a la logia de los mecánicos en aras de la disuasión de los malvados planes de Wilhelm Von Herzeleid y los industrialistas.

Navieras:

Son compañías propietarias de barcos y dirigibles que cruzan el planeta a través de largas y solitarias rutas que conectan puntos desde Londres hasta Hong Kong y desde Delhi hasta ciudad de Panamá. Divididos en carga y pasajeros, sus temerarias tripulaciones suelen ser capitaneadas por profesionales en carreras de liderazgo y antiguos militares que se encargaron de comandar navíos de transporte de tropas. Suelen enfrentarse a numerosos peligros tales como condiciones ambientales adversas y piratas aéreos, siendo estos últimos un problema que supera a cualquier tormenta. Estas compañías suelen proceder de muchas nacionalidades, siendo las más destacadas la naviera Labarca, de origen español y la White Star Lane, del imperio británico. Sus navíos de pasajeros son auténticas piezas de ingeniería moderna combinadas con el más exquisito lujo y esplendor.

Mercenarios y Asesinos:

Desde veteranos de guerra hasta gentes de clase pobre, son individuos entrenados en artes marciales y el uso de armas tanto de fuego como punzo cortantes. Suelen ser contratados para llevar a cabo secuestros, asesinatos y extorsión, siendo sus principales víctimas los nobles, políticos y científicos.

Esperamos que estas entregas hayan sido de su completo agrado. Hasta la próxima!