El Duque Pirata (Parte IX)
Por la Reina
La bella oriental se
colocó detrás de la mesa que estaba entre la que ocupábamos nosotros y la
pantalla. Con la misma gracia que tendría un mago al presentar su acto, levantó
una por una las sabanas que cubrían las formas que yacían ocultas bajo los
pliegues y que nos habían causado tantas interrogantes desde que llegamos.
—A continuación les
presento una muestra del arsenal que posee nuestro enemigo.
Al instante pude
reconocer en seguida varias de ellas. Ahora podría observarlas con detalle y
sin que estuvieran en mi contra. Fei Tzung se dispuso a tomarlas entre sus
manos una por una para dejárnosla ver de mejor forma, mientras nos explicaba
acerca de ellas.
—Esta es conocida como “Flammenwerfer”. Se traduce en
“Lanzallamas”. Como su nombre lo dice, se trata de una pistola con un mechero a
modo de válvula reguladora, conectada a un tanque de seis litros que se lleva a
la espalda y que provee una carga de un tipo de combustible parecido al
Kerosene mezclado con jabón de aluminio. Esta mezcla arde de forma lenta e
intensa y no se apaga a menos que se le prive de oxigeno o se sumerja en agua.
De lo contrario tengan por seguro que no se apagará. Puede volver mantequilla
el acero en un abrir y cerrar de ojos, así que ni imaginar que sentiría un hombre al ser
rociado con esto.
Esta última frase evocó
a mi mente la imagen de aquellos hombres que ardieron en una enorme llamarada
luego de que los alcancé con el rayo del bastón.
—Esta es llamada Maschinrngewehr o MgW38. Es como una
versión portátil de las Maxim, de
treinta y ocho cartuchos. Con solo mover una palanca puede equipararse a
cualquier fusil disparando desde una bala a modo de rifle de precisión, cuatro
tiros como una carabina o el cartucho completo en modo automático con solo
halar del gatillo. Un solo hombre puede acabar con diez fusileros solo con
esta. Imaginen lo que harían cien hombres. No hay pólvora que poner, solo hay
que halar de esta otra palanca, quitar el cartucho vacio, montar uno lleno,
halar de esta otra palanca y tendrán todos los tiros a su disposición en un
abrir y cerrar de ojos.
A medida que nos las
mostraba, en la pantalla blanca podíamos ver la ficha técnica del arma en
cuestión. Era impresionante la mortal arquitectura de estos artefactos.
—Esta es la Scharfshützengewehr o SZG24. Es una
carabina de asalto. Funciona prácticamente igual a la anterior. Con una mira es
un rifle de francotirador y en caso de ataque en corto se puede disparar con
solo halar el gatillo hasta vaciar el cartucho. La que tengo en mis manos ahora
es conocida como “Wirf Böller”. Como
verán, es como un tubo alargado con mira y gatillo. Se carga adelante y al
halar el gatillo se dispara un mortero que es capaz de recorrer una buena
distancia y atravesar el casco de un acorazado. Con un par de estos se puede
agredir con gravedad a un dirigible. Adicional a eso, se pueden disparar
ganchos con cuerda para abordar cualquier nave o para atar cuerdas a altas
paredes para escalar.
Colocó la última arma en
la mesa y procedió a mostrarnos más en el proyector.
—Las siguientes son
demasiado grandes para traerlas, así que les mostraré solo las fotografías. A
continuación, el Kampfwagen tipo 1.
Al ver la imagen en la
gran pantalla, quedé atónito. Tal como en mi sueño, ahí estaban esos cascos
terrestres sin vela. Los de mi visión eran un poco más fantasiosos, pero estos
eran en definitiva lo que había visto.
—Con estas máquinas, la
era de la guerra de trincheras acabó. Son capaces de atravesar cualquier
terreno por más escarpado que este. Nada los detiene, ni las zanjas ni los
arboles. Lo que esté en su camino, o desaparece por su cañón o por el peso de
su cuerpo. Se calcula que pesa sesenta toneladas, con diez metros de largo por
seis de ancho y cuatro y medio de alto. Tiene un poderoso motor a vapor, similar
al de una locomotora pero hasta con más caballaje.
Esta última arma había
acaparado por completo la atención de Lady Hikari. Sus ojos rasgados se
abrieron a todo lo que podían. Eran como dos bocas que estaban absorbiendo como
un remolino marino todas y cada una de las imágenes, familiarizándose con cada
válvula, palanca, botón y escotilla. Aquella bestia de acero remachado y
reforzado había cautivado por completo a la señorita.
—Ellos poseen una
variedad de modelos de este “tanque”, entre ellos uno más ligero para
reconocimiento y uno para transporte—continuó diciendo—. En la actualidad están
experimentando para que pueda andar debajo del agua. Aunque esto es algo
paralelo. Su interés básico está en la nave del Duque. Si bien he escuchado, la
han estado estudiando. Han interrogado a la tripulación pero no han podido
sacar nada. La nave es un misterio. Han intentado encenderla de mil maneras,
pero esta inerte como un buque encallado.
Madame Ivanna me miró
con el rabillo del ojo, como sintiendo el peso de aquel secreto que estábamos
guardando los tres. Una foto de la cabina de control estaba en la gran
pantalla, mostrando el lugar exacto por donde esta gran máquina se encendía.
Saber que aun teniendo la respuesta ante sus ojos no habían sido capaces de
verla era algo que nos brindaba cierta tranquilidad.
—Damas, caballero… He
concluido mi presentación. ¿Tienen alguna duda al respecto?
En seguida todos
levantamos las manos.
— ¡Vaya!—exclamó con
sorpresa— ¿Qué tal si nos dice primero la suya, Lady Caterina?
— ¿Cuál es el plan de
acción?
Madame Ivana y yo
bajamos la mano enseguida, demostrando que era exactamente lo mismo que íbamos
a preguntar. En cambio, Lady Hikari mantenía su mano arriba de una manera
insistente.
—Y usted, Lady Hikari…
— ¿El plan incluye manejar
el tanque?—preguntó con emoción.
—Está bien. En seguida
les explicaré el plan. ¡Kwan! ¡Cambia las fotografías!
El ayudante asiático
procedió a cambiar la pila de imágenes del proyector por una menos densa. Una
fotografía del castillo inició la cascada de imágenes que nos mostraba
distintas locaciones, entre pasadizos y puertas secretas.
—Muy bien, voy a
explicarles el plan que he preparado para entrar al castillo. Necesitaré que
presten mucha atención y que, de ser posible; memoricen la parte que les toca.
Según los últimos informes, el Reina
Alicia está siendo acondicionado para navegar. Han reabastecido el arsenal
y cargado los tanques con el agua pesada necesaria para funcionar. Esperan
descubrir pronto la forma de hacerlo andar y quieren tenerlo equipado para
cuando eso suceda. Se ha calculado que todo este proceso tardará una semana,
por tanto debemos estar listos para asaltar el castillo en ese tiempo. Primero,
llegaremos al bosque en los alrededores por medio de un dirigible, tal como llegamos
aquí. Al llegar allí nos moveremos con rapidez hacia las murallas, para ser exactos;
la pared norte y noroeste. Estas son las más altas, pero debido a eso es la que
más tiempo tiene entre los cambios de guardia y son ideales para entrar porque
su perímetro es el menos cuidado... Han confiado que si algún día alguien
quiere asaltarlos no lo harán por ahí. Las demás paredes siempre están
custodiadas y será imposible pasar desapercibidos.
— ¿Cuál es el tiempo de
relevos?—preguntó Lady Caterina alzando la mano.
—Quince minutos. Luego
de eso hay dos minutos en que la pared está sola.
— ¿Cuán alta es la
pared?—preguntó Madame Ivanna visualizando el asalto en su mente.
—Es como de unos cincuenta
metros.
— ¿Cincuenta metros en
quince minutos?—pregunté conmocionado ante la altura.
—Nadie dijo que sería
una tarea fácil, Duque. En el borde, casi al final de estas paredes hay una
especie de cornisa. Ese será nuestro refugio mientras llega el tiempo de
relevo. Lleguemos ahí y no debemos movernos hasta que el camino este libre y
podamos entrar.
— ¿Una vez arriba como
lo haremos?
—Estaremos divididos en
dos equipos. El Duque, Madame Ivanna y Lady Caterina conformaran el “equipo
azul”. El otro estará conformado por
Lady Hikari, mi sirviente Kwan y yo. Nos llamaremos “equipo rojo”. Adicional a
eso contaremos con la ayuda del comando que vimos al llegar, que será el
“equipo naranja”, media docena de hombres. ¿Hasta aquí estamos claros?
Los cuatro asentimos con
la cabeza.
—Muy bien. El edificio
principal dentro del castillo es como una gran caja de bombones. Allí es donde
debemos entrar. El avance deberá ser lo más sigiloso posible. Eviten disparar,
pero si les toca no dejen a nadie con vida. Entre más tarde se enteren de que
estamos adentro será mejor. La salida es por el techo de cúpula de la nave
principal. Fue reemplazado por unas enormes compuertas de metal que se abren
como los pétalos de una flor de loto, sirviendo de entrada y salida para los
dirigibles hacia el gran patio interior. Dicho mecanismo es movido con fuerza
hidráulica, así que luego de activarlo debe ser inutilizado de tal manera que
por ningún motivo pueda ser cerrado. El “equipo azul” deberá infiltrarse y
llegar hasta las mazmorras señaladas aquí. Uno de ustedes deberá separarse y
abordar el buque para revisar las condiciones en las que está y manejar la
entrada. Mientras el resto debe volver por este corredor hacia la pista.
—Yo entraré al Reina Alicia— dijo Lady Caterina
levantando la mano.
— ¡Apuntado!—exclamó la
expositora—. Mientras esto sucede, el “equipo rojo” robara uno de esos
“tanques”.
Al oír esto, Lady Hikari
se sobresaltó por la emoción. Nosotros le observamos en silencio por un
instante.
—Gomenasai mina… Continúen por favor—dijo apenada achicándose en su
asiento.
—Como les decía, nuestro
deber será posicionarnos mientras el “equipo azul” al ir de regreso por el
corredor hacia a la pista será cubierto por el “equipo naranja” que accionará e
inutilizará el sistema hidráulico luego de cubrirlos y cerciorarse de que
estemos adentro y despegando. Nosotros, manejando como un escudo móvil
crearemos un corredor blindado hacia el Reina
Alicia, en donde Lady Caterina deberá estar con todo listo para abrir la
compuerta de carga si hace falta y ayudarlos a subir. Con todos adentro, el
tanque de Lady Hikari entrará en la bodega del Reina y el rescate estará hecho.
— ¿Y eso para qué?
¿Porque debemos llevarnos el tanque?—pregunté con curiosidad.
—Será un poco peligroso
salir del tanque y correr hacia la nave. Adicional a eso, no está demás tener
un ejemplar de esas máquinas, ¿No le parece?
Nuevamente todos
asentimos con la cabeza. Ella tomó unos papeles de la mesa y fue hacia
nosotros, repartiéndonoslo a medida que pasaba frente a cada uno.
—De todas maneras
preparé unos folletos con el plan. Por favor, memorícenlo en su totalidad. De
una respuesta rápida a cualquier falla dependerá el éxito de este plan. Ahora,
será mejor que descansemos. El día de mañana iniciaremos los entrenamientos y
las pruebas de vestuario.
La gran pantalla se apagó y
las luces del resto del lugar se encendieron. Nos levantamos de la mesa y en calma
volvimos al ascensor. Fei Tzung se quedó atrás dirigiendo a los ayudantes
mientras estos reorganizaban el lugar a su configuración inicial. De vuelta en
mi habitación, ojeaba cada página del folleto. Aquel plan resultaba ser
sumamente simple de visualizar. Me resultaba algo difícil creer como todo había
sido tan calculado. Sus últimas palabras hacia mí me habían resultado con sabor
a mensaje oculto. De repente sentí un frio que se me albergó en el pecho y una
idea se plantó en mi mente. Fei Tzung debía saber acerca del bastón. Desde que
nos conocimos algo me mosqueaba sobre ella. Claro, no es que sea muy habitual
confiar en alguien a quien te encuentras en un bosque en mitad de la noche
armada de la misma manera que la gente de la que te hallas escapando. Ella nos
había sacado de ahí, pero de igual forma solo podía ser una especie de
pantomima para ganar nuestra confianza y hacer tiempo para mostrar sus
verdaderas intenciones. Revolví la mirada y aparte las especulaciones de mi
mente. Si bien es cierto, sabia en quien podía confiar de los que andaban
conmigo ahora. Entonces, como en una fotografía; se plantó en mi pensamiento la
figura de Lady Caterina. La había conocido esta mañana y ahora por la noche
resultaba ser mi “prometida”. En vista de su imprevista entrada a mi círculo,
lo mejor que podía hacer ahora es intentar conocerla más. Eso sería exactamente
lo que haría esta noche.
Continuará...