lunes, 29 de octubre de 2012

Steampunk Music: Rasputina



Buenos Días Tardes/Noches, estimados Lectores... Sé que esperaban relato para esta semana, pero nuestros escritores se han retrasado un poco con la entrega debido a que quieren mostrarles algo mucho mejor de lo que ya llevaban redactado... De todas formas, no los haré desperdiciar el esfuerzo de venir hasta acá, así que en lugar de historia les recomendare una excelente banda; soundtrack perfecto para imaginar y escribir sobre peligrosas aventuras en dirigible, auto o moto de vapor.
La banda recomendada para esta semana no es otra que RASPUTINA... A  pesar de que ellos nunca han dicho considerarse una banda Steampunk, su estética y su material altamente progresivo esta sumamente impregnado de este hermoso genero literario que nos apasiona. Sus agresivos celos y la sensual voz de Melora Creager (Foto mano izq.) hacen de esta banda con ambientación victoriana un elixir para los oídos. Sin mas que decir, aquí les dejare el vídeo de una de sus canciones mas recomendadas para su disfrute.


Rasputina: The OldHeadboard

lunes, 22 de octubre de 2012

Las Gemas De La Eternidad: En Busca Del Cráneo De Hierro




Buenos Dias/Tardes/Noches, estimados lectores. Les pedimos disculpas por nuestra prolongada ausencia... Sabemos que los hemos dejado a la espera de la continuación de las historias. Estamos trabajando en ellas y como queremos mostrarle historias envolventes y llenas de acción. A continuación les tenemos uno de los últimos trabajos de nuestro célebre escritor y tripulante, Mauro Ávila.... Podemos adelantar que los villanos siguen en sus andanzas, juntando mas gente para su tripulación  A continuación un avance con la participación de numerosos personajes, inclusive; con la  aparición en escena de un nuevo antagonista... Bienvenidos a este nuevo viaje, estimados Steampunkers. 

Las Gemas de la Eternidad
En Busca del Cráneo de Hierro ( Parte I)

La luna nueva a penas se dejaba ver sobre la noche otoñal en el cielo mediterráneo. La esbelta y atemorizante silueta de una aeronave se deslizaba suavemente a través del firmamento. Su imagen a la distancia proyectaba la visión de la seductora muerte envuelta en una voluptuosa mortaja embrujadora. El navío era el mítico acorazado Reina Alicia. El curso de esta iba en norte por noroeste. El zumbido de sus máquinas era como un ronroneo fugaz en la negrura de la noche. En una de las cabinas del letal acorazado aéreo la pálida luz de una lámpara de gas servía de escenario para la discusión de las acciones que tomarían lugar esa noche.
—Es Dragonera, un pequeño islote en las Baleares—afirmó Fei Tzung—. Tengo los últimos datos sobre los cambios de guardias y las defensas del lugar. Ahora tenemos que estudiar este nuevo plano de la disposición de todo el complejo.
La beldad asiática, quien era en secreto la mano derecha de Dan Chi Long, mostraba extendido un mapa esquematizado impreso mecánicamente sobre una austera mesa de madera. Con la punta de su broncíneo dedo señalaba un punto indeterminado sobre el plano. Sus ojos de un violeta iridiscente cambiaban su mirar de uno a otro de sus acompañantes de sobremesa.
Coyote Vega llevaba su atención alternadamente del plano extendido al rostro de la muchacha oriental. Era cierto que desde la primera vez que la vio había quedado embobado con su delicada belleza, sin embargo; ahora que él formaba parte de las filas del terrible maestro Dan Chi Long había podido atestiguar los talentos letales de la mujer, cosa que le llevaron a tomárselas con calma con esta florecilla de espinas afiladas.
El tercer miembro del grupo se había unido luego de ser convocado por Dan Chi Long y embarcarse en uno de los barcos sumergibles del maestro criminal en las costas de Nueva Guinea.
 ¡Cuantas molestias solamente para cuidar a un grupo de reos!—exclamó—¡No me interesan en lo absoluto los dispositivos de defensa!
La sorna y la ironía se dejaron oír en la voz de Tilacino McCross. Su rostro cobrizo dibujó una funesta sonrisa que dejó ver sus increíblemente blancos dientes limados como sierras. A Coyote le había incomodado esa peculiar característica de McCross desde el día que le conoció a bordo del sumergible.
— Me basto yo solo y un poco de “Polvo de dragón” para volar hasta Chipre todo ese puto complejo y sacar pitando al fulano ese que quiere ver Dan Chi enseguida. Se lo dije a él antes de que me trajera estos lares donde nunca me ha gustado andar... Los europeos siempre han sacado el lado menos amable de mi personalidad—agregó a su negativo monólogo.
La profunda voz del neozelandés retumbaba, quizás por la seguridad con la que sus palabras salían al tiempo que jugueteaba con un extraño pendiente que colgaba de su oreja izquierda.
— Tilacino—dijo Fei Tzung levantando la mirada—, no dudo de tus capacidades y el maestro Dan Chi tampoco, sin embargo; el Señor Vega y yo estamos aquí para garantizar que el trabajo tenga las más altas probabilidades de éxito, por tanto no es necesario tanto ímpetu... Ahora, antes de examinar la última información que nos han dado, repacemos el perfil de la operación.
El gesto de Fei Tzung fue de pura autoridad enmarcado por una sutileza irresistible: ese gesto le resultaba definitivamente delicioso a Coyote, quien aún no decía palabra alguna y sólo se limitaba a alisarse su mostacho con la mano. Fei Tzung sacó de un sobre de cartapacio un fajo de papeles, documentos de impresión mecánica que consistían en fotos y mapas, los que fue poniendo organizadamente sobre el plano del islote balear.
—El Doctor Víktor Rauta Skallen… Hasta hace unos pocos años era una eminencia en ciencias físicas, conocido en casi toda la comunidad científica europea. Comisionado para diseñar y construir armas para la Entente Cordiale hasta que quiso usar sus inventos con fines... Digamos, poco convenientes para los gobiernos de turno y la población en general.
—Ese Doctor Skallen suena como toda una joyita, ¿Eh?
Los dientes refulgentemente blancos de Tilacino McCross volvieron a asomarse en su rostro de color aceitunado a causa de otra sonrisa llena de una malicia intranquilizadora.
— Yo concuerdo con el amigo Tilacino—agregó el charro—. Este sujeto, Rauta Skallen; suena como alguien de mucho cuidado ¿Por qué el Señor Dan Chi querría tenerlo en su cuadrilla?  No se oye como alguien muy confiable que digamos.
Vega decidió romper su mutismo clavando esa cuestión de forma tajante, adelantando su torso sobre la mesa y apoyando su antebrazo sobre los papeles recién puestos por Fei.
— Caballeros, les recalco... Nuestro trabajo es cumplir las órdenes del maestro Dan Chi Long, no cuestionarlas. Eso por una parte. Por la otra, el maestro tiene a su servicio a muchas personas que pudieran ser tachadas como poco recomendables, pero; él tiene el poder y los recursos para garantizar la lealtad de todos a quienes decide llamar a su servicio.
La respuesta de Fei Tzung fue igual de tajante que la pregunta que la causó. Su rostro volvió a recrear el gesto de mando el cual era el deleite de Coyote. El charro no replicó, llegó a considerar que ya había desarrollado inconscientemente el hábito y gusto de provocar reacciones como esa en ella solamente para poder disfrutar ver ese gesto en su delicado rostro.
—Bien, prosigo. Desde hace dos años el Doctor Skallen se encuentra recluido en el islote de Dragonera, en las Islas Baleares. Dragonera es una instalación que a pesar de estar en suelo español, es administrada secretamente por la Entente Cordiale, mayoritariamente por Francia. Dicha instalación es una prisión para personas que pueden ser útiles para la Entente, pero son demasiado peligrosas para dejarles libres por allí. Nuestra misión es penetrar en dicho complejo, llegar hasta el Doctor Skallen, sacarlo de dichas instalaciones y llevarlo al punto de reunión con el maestro Dan Chi. Hoy, a las 23:00 horas, entraremos en el complejo de Dragonera e iremos por Skallen. De forma resumida esa es nuestra misión. Como les decía, hace unas horas me llegó una última actualización sobre los cambios de guardia y las defensas del complejo. El comunicado tenía la marca de alta prioridad de Madame Hazel y los ordenadores de abordo han impreso los datos traídos por los agentes de Regenbogen.
Madame Hazel…Coyote no pudo evitar recordar el tétrico incidente en el barco sumergible, casualmente cuando conoció a Fei Tzung, a Dan Chi Long y a ella. Coyote sentía un cauto respeto hacia el maestro Dan Chi. Vega se sabía menos aventajado en recursos y no era su interés contravenir los planes del genio criminal. 
Fei Tzung, por su parte ejercía un encanto más visceral sobre el mercenario, pero Madame Hazel; esa era una dama que podía lograr que los pelos de la nuca del charro se erizaran como los alambres de un cepillo. La fría parsimonia con la cual la Madame dispuso de William Shoemaker aún le helaba por completo el tuétano al bigotudo aventurero. La descripción en detalle de los cambios de guardia, el número de efectivos y la naturaleza de la maquinaria bélica dispuesta en el islote balear ocupó la atención de los tres secuaces del maestro chino del crimen.
— En este punto, El Sr. Mc Cross activará las cargas explosivas y nos dará tiempo de llegar a la playa por donde aterrizaremos—agregó la oriental—. La prioridad es sacar al Doctor Skallen hasta el punto de reunión. Si cualquiera se retrasa o resulta demorado por algún motivo y no logra llegar, será dejado atrás... ¿Esto ha quedado claro, caballeros?
La mujer de cabellos negros remarcó su advertencia a ambos hombres, sin embargo; Coyote alcanzó a percibir como ella desvió la mirada hacia el lugar de Tilacino. Posiblemente ella ya conocía sobre ciertos "hábitos" del negro, los cuales pensaba pudieran afectar el término de la misión.
— Feicita—remedó con descarada confianza—, yo no he terminado de entender cuál va a ser ese dichoso punto de reunión. ¿Cómo diantres van a saber donde recogernos?—preguntó el charro en lo que se revolvía en su sencilla silla de madera.
—Por eso no se debe preocupar, Sr. Vega. Lanzaremos una señal cuando estemos suficientemente lejos del islote y nos recogerán.
Coyote se sintió más cómodo sabiendo eso. Una bengala seguramente podría ser vista por el vigía del Reina Alicia y ya sería cosa de que el impresionante acorazado volante los izara y salieran en franca huida de las inmediaciones.
—Debemos repasar cuidadosamente el plano del edificio de la prisión—continuó la dama—. El Doctor Skallen se encuentra en una parte alejada de las vías de acceso. Cada uno de ustedes tiene un plano bien señalizado de la prisión, es crucial que lo aprendan muy bien. Recuerden que si se extravían y se retrasan no los esperaré.
Esta última frase de la asiática fue interrumpida por tres toques en la puerta metálica de la cabina donde se hallaban. Fei Tzung calló y se levantó de la mesa para abrir la puerta.
El día que Coyote Vega vio la por primera vez ella vestía un sencillo pero elegante traje propio de las mujeres de Hong Kong. Hoy, lucía un pantalón de montar y una casaca, ambas prendas de cuero negro. El delicado cabello de la chica se encontraba en una larga trenza que caía por su hombro. Todo el conjunto resaltaban la figura esbelta y grácil de la mujer de ojos púrpuras de una manera casi surreal.
En el breve paseo de ella hacia la puerta de la cabina, Coyote volvió a valuar la extraña belleza de esta mujer que irradiaba delicadeza y peligro, mucho peligro. Al abrir la puerta, la bella asiática se encontró con un joven marino de aspecto marroquí.
— Lamento molestarle, Srta. Tzung… El puente de mando les informa que estamos a una hora de las coordenadas desde donde dicen que deben partir.
—Bien, iremos a la bahía de carga a terminar de verificar el equipo.
—Correcto, se lo haré saber al Duque—respondió el marino.
El marino de piel cobriza se retiró y ella cerró la puerta para luego regresar a la mesa. No tomó asiento, en vez de eso ordenó y recogió los papeles.
— Caballeros, recojan sus equipos, pronto será hora de entrar en acción. Debemos ir ya hacia la bahía de carga.
 La bahía de carga lucia abarrotada. Junto a “El Filisteo”, el acorazado mecánico de orugas que habían traído como botín de Prusia, estaban almacenadas las mercancías y las provisiones subidas en la última parada de la aeronave, que había sido en las costas de Túnez, precisamente en el lugar donde Fei Tzung, Coyote Vega y Tilacino McCross subieron a bordo. 
La ilustre y sombría figura del Duque de Labarca observaba atento el desembalaje de suministros. Gracias a la intervención de Dan Chi Long, el Reina Alicia había podido apertrecharse y estar listo para esta misión. Muy a pesar del Duque, esas batallas no siempre estaban acordes con los objetivos más personales del joven exiliado. La llegada de Fei Tzung, Coyote Vega y Tilacino McCross interrumpió al Duque, quien pasó su atención de sus marinos haciendo inventario a los tres recién llegados.
— Tal como les hice saber con el marino, estamos por llegar a las coordenadas donde tengo entendido que desembarcarán. Ahora, no hay siquiera islotes cerca. ¿Me pueden explicar cómo dejarán mi nave sin tener que saltar desnudos al vacío?
La ironía se dejaba oír en sus preguntas empapadas de aquel marcado español al tiempo que se acercaba al trío.
— En efecto saltaremos al vacío, mi Duque. Pero no lo haremos “desnudos”, por decirlo así—afirmó ella tomándolo por sorpresa—Duque ¿Ya fue ensamblado el dispositivo que subió con nosotros en Túnez?
—Así es. Como solicitó, fue emplazado y asegurado en el borde de la bahía de carga—Afirmó él mirándole a los ojos.
—Muy bien… Iré a revisarlo.
La chica asiática caminó con su contoneo habitual hacia una rampa invertida con una “gondolilla” con forma de canoa achatada situada en el riel de la rampa. El artefacto tenía tres asientos y una hélice grande, sobresaliente en su parte posterior.
—No me dirá que usará esto para saltar de la nave…— reclamó el Duque fijando la mirada en Fei Tzung—. Esta noche hay demasiado viento.  El Reina puede volar suficientemente bajo, la cuestión es que este pequeño bote sobreviva a la caída al mar.
—No será necesario que baje la altitud de nuestro vuelo y tampoco se trata de un bote, Duque Bastian. Esto es un dispositivo de desembarque aéreo rápido. Le llaman “Serafín”. Si me permite le explicaré cómo opera.
El Duque cobró nuevamente su expresión afilada habitual para escuchar atento a Fei Tzung. La sonrisa conciliadora de ella se enfrentó a la firme lógica del Duque. La mujer en tono didáctico rodeó la plataforma acuñada del llamado "Serafín" y procedió a explicar el funcionamiento del dispositivo.
—La rampa es para facilitar la salida de la “gondolilla”. Los rieles están perfectamente aceitados para dejarla deslizarse suavemente, luego, enganchado en la rampa está la línea principal del ala flexible. Con el impulso de la caída estira y desdobla el ala flexible, esta se expande y una vez desplegada al cien por ciento hará planear al Serafín. Tiene un pequeño motor de carbón en su parte posterior. Este puede funcionar por cinco minutos, suficiente para tomar rumbo o luchar con corrientes de viento. Luego de esto la sólo se deslizará por el cielo hasta posarse tranquilamente en un lugar predispuesto. El ala flexible permite un buen nivel de control.
— ¿Me quiere decir  que ustedes saldrán en esa “silla de oficina con aspas”, se lanzarán al mar y esperarán que un “trapo” los haga llegar a su destino?—preguntó el Duque con ironía— ¿Entonces ustedes son los que usarán esa máquina de suicidio junto con la lacaya de Dan Chi? ¡Si que tienen cojones, Caballeros!—agregó mirando a Tilacino y a Coyote respectivamente.
Las respuestas de ambos hombres fue una mezcla entre la risa burlona de McCross y la expresión resignada de Vega.
— ¿Qué más le da, Duque?—agregó la dama—Dan Chi Long le pagará igual así lleguemos a nuestro destino o nos hundamos como rocas en el Mediterráneo.
El neozelandés se adelantó hacia donde Fei Tzung y le dio una mirada larga a la rampa del Serafín.
— ¡Este traste más vale que funcione!—exclamó— De otro modo, así tenga que hacerle trampa al diablo, juro que regreso de la tumba y asesino a quien lo inventó.
—Dudo que debas llegar a esos extremos, Tilacino—dijo Fei Tzung de forma disimulando la sorpresa ante lo raro del comentario—…Ya hemos probado varias veces el dispositivo y ha sido todo un éxito ¿No es verdad, Coyote?
Fei, el Duque y Tilacino miraron al silencioso Coyote, quien aún lucía un rostro resignado. Coyote asintió sin decir palabra. El charro, soldado de fortuna; pistolero sin par y aventurero podía recordar muy bien las veces que tripuló el dichoso “Serafín” para las pruebas. Con el afán de demostrar su valor y entereza, se ofreció para servir de conejillo de indias. Las primeras pruebas fueron desde torres de madera de no más de algunas decenas de metros. Luego Fei Tzung, quien parecía disfrutar mucho cada vez que el aparato abría la llamada ala flexible, decidió subir la apuesta y mandó a ensamblar la rampa en la plataforma de un zepelín.
 "La gondolilla del Serafín es para más de una persona"—dijo la chica cuando le comunicó a Coyote que ella tripularía en las siguientes pruebas.
 El charro en sus adentros sintió un gran alivio. La verdad es que el mexicano no gustaba nada de las alturas y sentía un espanto atroz cada vez que debía lanzarse con el endemoniado "aparatito" al vacío.
—Mañana temprano haremos la prueba desde el zepelín. Creo que desde unos doscientos metros estará bien para comenzar. Ahora tú irás en el sillín trasero, yo tengo algo más de experiencia con los mandos del ala flexible—comentó la oriental aquella vez con una espeluznante sonrisa, robándole la calma al charro.
— Yo, yo...yo... ¿En el sillín trasero? Bueno... Sí, si tú lo dices...Creo que debes ir tú delante… ¿No?—preguntó de manera nerviosa.
Los ojos violetas de la dama refulgieron con una emoción que Coyote no le había visto antes. Esa mirada y la sonrisa de la chica hubieran sido suficientes para devolverle el brío a Coyote, pero el charro aún sentía un miedo de muerte de dejarse caer sentado en ese armatoste de mierda desde doscientos metros de altura. La fascinación del pistolero por ella no era suficiente para atreverse a esa hazaña, pero el orgullo propio del charro pesó más que su temor y prosiguieron varios días  de pruebas lanzándose en el “Serafín” de distintas alturas. Coyote esperaba que luego de algunos intentos el miedo se le fuera quitando, pero no… Cada salto era igual de espantoso que el anterior y Coyote Vega se encontraba allí esa noche, listo para saltar de nuevo subido al "famoso Serafín", que más que “Serafín” era para él un "diablillo torturador".
—Sí, el Serafín trabaja bien—contestó llevándose una mano a la nuca—. Feicita le tiene bien agarrado el truco a las riendas del ala flexible o como yo le digo, “la bananota”. ¿Es que sabe? Cuando el ala se despliega se pone así curva y alargada y parece una banana muy grande.
El mismo Vega se sorprendió de lo tonto que sonó su chiste, un triste intento por desviar su atención del salto que iban a tener que hacer en un rato. Por su parte, el Duque Bastián insistió en supervisar el mismo el lanzamiento. Sus marinos ayudaron a alinear la rampa mientras Fei Tzung, Coyote Vega y Tilacino McCross comprobaban sus armas y demás equipos. La chica pelinegra verificó la carga de carbón comprimido en el pequeño motor de vapor del aparato y luego de eso dio la orden para que sus compañeros tomaran sus asientos en la extraña máquina.
— ¡Caballeros! ¡Ya es tiempo!
Por experiencia en las pruebas anteriores, Coyote llevaba su inseparable sombrero enrollado y atado con una cinta a su pierna. En una prueba de las primeras, la fuerza de la resistencia del enorme sombrero del charro casi hace que la cuerdilla del sombrero lo estrangulara.
— ¿Miedo, Señor Vega?—preguntó Fei Tzung girando levemente su cabeza para poder ver al charro sobre su hombro.
— ¿Miedo yo? ¡Para nada! ¡Coyote Vega se ríe del peligro!—exclamó de manera nerviosa.
—Me alegro de oír eso. Esta noche se reirá mucho entonces… Es usted un mentiroso encantador, ¿Sabía?... Pero me hace sentir segura que este ahí atrás, Señor Vega—dijo ella con suavidad.
El desconcierto que las palabras de Fei Tzung causó en Vega pronto dejó paso al devastador vértigo que llevaba el lanzamiento del “Serafín”. El nudo en el estómago del charro se escapó de su ser en forma de un alarido y un repertorio extenso y florido de obscenidades en el nativo español sonaerense del charro.
Desde las compuertas abiertas de la bahía de carga del Reina Alicia, el Duque Bastián Mercado de Labarca pudo ver como la gondolilla del Serafín se deslizaba en su rampa hacia el vacío de la noche.
El noble exiliado observó como la llamada "ala flexible" se extendía al tirón de la cuerda que estaba sujeta a la rampa. Sonrió al ver que el dispositivo efectivamente lucía como una gigantesca "banana volante", tal como lo había descrito el charro; que se iba perdiendo en la oscuridad de la noche del Mediterráneo occidental.
 Mientras esto sucedía, una suave voz llegó hasta sus oídos, acompañada de unos firmes pasos. Lady Caterina apareció desde las sombras y se detuvo justo a su lado, recostándose suavemente de él. Miró a la distancia e inquirió a Bastian, quien aún mantenía la vista en el vacío de la noche.
— ¿Cree que esos locos tendrán éxito en lo que se proponen?—preguntó.
—No lo sé… Recuerde como reza aquella vieja frase: "Dios cuida de todos los locos."—dijo el Duque mirándola con ternura.
—Puede ser... Aunque a mi parecer estos locos no son de andar muy cerca de ningún Dios.